La encina


A MI MAESTRA

jueves, 13 de octubre de 2011 | Hay 1 comentarios

Hace poco más de un mes que, justo tres o cuatro días antes de visitarla como era mi costumbre de hacerlo en vacaciones, doña Amalia -como todos la llamábamos- mi maestra, cruzó discreta y serenamente, el umbral hacia la eternidad.

Yo aviso desde ahora, que sé que no encontraré las palabras exactas para definir lo que ella supuso para tantas jóvenes, ya abuelas muchas de ellas, que pasaron por sus manos.  Otras plumas lo harán mejor que yo. Me interesa que sepan que era buena y que yo la admiraba. Y que dejó su huella en mí con su palabra y con su vida.

Para su tiempo, era una mujer inquieta, deseosa de transmitir su saber, de abrirnos a la curiosidad de la existencia. No eran fáciles por entonces,   los transportes. A Villa del Campo llegaba por la tarde solo un autobús polvoriento y ruidoso, que llamábamos “la empresa.” Pero Doña Amalia se arregló para  buscar libros y de renovarlos cada mes con el fin de saciar nuestra hambre de saber. Biblioteca itinerante de cartón que nos abrió tantas ventanas a la historia del mundo. Recuerdo que yo me  “devoraba” tres o cuatro libros  a la semana. Los grandes personajes de la antigüedad, de la ciencia y de las letras, las vidas de santos, guerreros, inventores, desfilaban ante nosotras entusiasmadas con sus hazañas y aventuras.

 Dispuesta estaba siempre también a ayudarnos y a reafirmarnos en una fe sencilla y practicante que nos hacía sentirnos bien con Dios. Nos enseñaba todos los cantos religiosos que sabemos y que ella dirigía en la misa de los domingos. 

Mi primer “bautizo” de un “negrito” lo pude hacer desde mi escuela, con mis diez céntimos… Atizaba ya, posiblemente sin darse cuenta, en mi espíritu infantil la inquietud por los que aun no conocían a Dios…

Navidad era lo mejor: Villancicos para todos los gustos¡ “.El día de Año Nuevo, por la mañana, bautizaron al Niño Jesús se llama.” Es verdad que lo de “bautizar…” Pero nosotras nos entendíamos¡ “A la nanita nana, nanita eaaa, mi Niño se ha dormido bendito sea… Querubines del cielo venid, vuestras alas de tul desplegad…¡ De azul celeste se ilumina el cielo…¡  Castañuelas, panderetas, zambombas… Todo nos valía para cantar y adorar al Niño  “chiquirritín” que   veíamos “ debajo del arco del portalico.”

Y también el mes de mayo. Cantos y poemas a la Virgen: “Venid y vamos todos con flores a Maria…” Es más pura que el Sol…”

La última vez que la vi, -no sabía  que ya no la volvería a ver más-, pasamos un largo rato en su casa, viendo fotografías de sus antiguas alumnas que había recopilado con cariño en un álbum de años donde guardaba sus recuerdos  de buena maestra.

“Esta es Angelita, pues esta parece la Mina: Aquí  están todas juntas…¡ Como pasa el tiempo¡ ¿Quién es esta?  No la distingo bien.” En ese álbum tan sencillo se reflejaba de alguna manera en rostros, en recuerdos, mucho de  su trabajo de toda una vida de docencia fructífera.

Dios me permitió al menos, visitarla en el velatorio de Coria y participar en la misa que, al día siguiente se celebró en nuestra parroquia de Villa del Campo, y a su entierro en el cementerio.  La gratitud y el cariño de muchas de sus alumnas que nunca la olvidamos, y de todo el pueblo, la acompañó hasta el final, reconociendo la huella que su buen hacer dejó en quienes la conocieron.

Completo mi homenaje recordando,  días después, la vuelta de la ermita, ya de noche, con Mari, Tere, Juanma y Rosi. La recordé ante la Virgen de Gracia nuestra patrona. Caminando a buen paso bajo la luz de la luna  atravesando la dehesa, veníamos cantando cantos marianos, muchos los habíamos aprendimos con ella. Y cuando cerca ya del pueblo nos encontramos en el camino a otras personas, alumnas suyas también, seguimos buscando en nuestros recuerdos escolares las canciones que ella nos enseñó. “Una mañana de mayo, un pastorcito encontró, en una mata de romero la Santa Madre Dios”

Estará contenta de habernos enseñado a afrontar las encrucijadas de nuestras vidas con fe y con alegría. Ha seguido con nosotras allá donde hemos ido. Tan lejos como estoy, me ha hecho sentir siempre, su oración y su generosidad. Sirvan mis recuerdos para agradecer su paso por mi vida. Ha sido todo un regalo de Dios.

 

 


Logotipo Oficina de Internet
teléfono: 91 598 79 73
Contacta con nosotras