La encina


Un odre viejo

jueves, 16 de septiembre de 2010 | Hay 2 comentarios

Cuantas veces he escuchado, leído, o meditado este pasaje del Evangelio. También los diferentes y numerosos comentarios que se hacen al respecto animándonos a renovarnos, al cambio, a la apertura.
Pero es ahora, que los años van pasando, cuando descubro con un poco de claridad, que el odre de la parábola, no es simplemente un recipiente donde se guarda el vino. (Me viene a la memoria un dibujo de Gustavo Doré, ilustrando la lucha de Don Quijote con los odres de vino del ventero… en un libro antiguo que guardaba mi padre.)
Cuando los años van pasando digo, caigo en la cuenta de que el odre soy yo. Y mi problema no es que deba llenarlo de vino nuevo, sino si el vino que guardo en el odre viejo del corazón, es verdaderamente vino añejo… Porque si lo es, no necesito cambiar de odre… Tampoco llenarlo de vino nuevo, pues según se dice siempre, el vino viejo es mejor…
Por eso mi problema no es la novedad del odre o la novedad del vino, es saber qué vino he producido a lo largo de mi vida.
Esta es la cuestión que me sorprende ahora. A estas alturas, debo cambiar mi odre? Debo cambiar el vino? O eso se deja para la gente joven? Que pisa con fuerza, y que busca el vino nuevo con todo su derecho?
¿Es que también estamos en nuestro derecho quienes intentamos guardar el vino viejo de nuestros caminos y de las luchas de la vida en los odres que han envejecido junto con nuestro vino?
Porque no todo el mundo tiene la capacidad para rehacer los odres y recomenzar de nuevo. Acoger el vino nuevo sin tiempo ya para que envejezca otro vino en los años que nos resten de vida..
Me inclino a pensar que lo mejor sería saber acogernos tal y como somos con nuestros odres y nuestros vinos. Valorar los unos y los otros, sin imponer nada que pueda verdaderamente rompernos por dentro. Porque un odre roto, nuevo o viejo, tiene pocas soluciones y corre el riesgo de perder el vino nuevo o viejo, - que todos son buenos- , por las fisuras que se pueden producir en el intento.
Si alguien puede añadir o aclararme algo al respecto, o convencerme de otra cosa mejor, os espero tranquila, debajo de mi encina, meditando en el vino de mi vida.
 


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