Y SE DIERON A LA MAR
domingo, 26 de octubre de 2014
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No sé cómo, poco, a poco, los textos evangélicos se me convertían en versos con ritmo.
Entraba en la escena y sentía que la experiencia de los discípulos reflejaba, veinte siglos después, sencillamente, mi propia pobre experiencia.
Después de tantos años que han pasado, descubro que aun me sirven para rezar. Y pienso que no solo refleja mi situación sino la de mucha gente que vivimos situaciones similares en un mundo en el que parece, en ocasiones, que todo se hunde.
Y SE DIERON A LA MAR… Lc 8, 22-25
Contigo nos dimos
A la mar un día./
Íbamos tranquilas
Porque estabas cerca. /
No nos asustaban
Las nubes oscuras…/
¿Por qué te dormiste,
Señor, y te duermes?/
Hay un torbellino
De viento, de aguas,/
Que van anegando
Nuestros entusiasmos./
Las olas con brío
Nos llevan sin rumbo,/
Señor, a otros puertos,
Que no son tu Puerto./
¿Por qué te nos duermes,
Señor? ¿Tú no sabes/
Que el timón no es nuestro,/
Que la barca es débil,
La madera es vieja/
Y que no podemos,/
hacer frente solos
a este mar inquieto?/
¡No podemos dejarte dormido!/
¡Perdona los gritos
Para que despiertes!/
¡Mira nuestro miedo!/
¡Mira adónde vamos
Si no te despiertas!/
¡Levántate, Cristo,
Y vuelve sereno/
El turbio oleaje
De nuestro egoísmo ¡/
¡Llénanos de asombro
Con la calma cierta!/
Y luego pregunta,
Pregunta si quieres/
Por esta fe nuestra,
Que se va apagando./
Tal vez al tenerte
Que dar la respuesta/
Despertemos, Cristo,
Del sueño y del miedo,/
Y otra vez nos vuelva
La ilusión primera./
Madrid, retiro de fin de año 1968